El verbo DAR tiende a tener un significado más amplio y significativo a medida que nos hacemos mayores y más sabios. DAR es una gran palabra que puede hacernos muy felices, llenarnos de alegría y darnos plenitud. DAR es hermoso y con los años aprendemos que DAR es a menudo más gratificante que recibir. A todos nos gusta regalar, dar abrazos… y a cambio, recibimos las mejores recompensas: amor, gratitud, felicidad… Se dice que la vida es valorar las pequeñas cosas, y el DAR nos da muchas ocasiones para hacerlo.
El tiempo pasa y en algún momento de nuestra vida empezamos a pensar en todas las formas en las que realmente podemos DAR y hacer algo bueno por el planeta, por la Naturaleza, por el aire que respiramos, por la biodiversidad y por la humanidad. Muchos de nosotros reciclamos, evitamos los plásticos, comemos menos carne, etc… porque sabemos que en las últimas décadas los seres humanos, nosotros, hemos cometido muchos errores (deforestación, contaminación, romper el equilibrio de la biodiversidad…) y estos errores ahora podemos ver claramente los resultados, como catástrofes ambientales, incendios forestales, sequías, calentamiento global, hambrunas. Durante estas últimas décadas no hemos DADO, mayoritariamente hemos TOMADO y con ello, hemos perjudicado al planeta.
Pero un cuerpo fallecido puede DAR y ser positivo para el planeta. No se trata sólo de las elecciones que hacemos en vida, sino también de lo que hacemos con nuestros cuerpos una vez fallecidos. La gente quiere DAR incluso después de la vida y por eso quiere alternativas ecológicas nuevas y sostenibles (no sólo hablamos de urnas verdes y cajas ecológicas). En lugar de contribuir negativamente, como hacemos hoy en día, con los métodos tradicionales; ¿por qué no promover alternativas de entierro (y cremación) que contribuyan positivamente al medio ambiente? Las administraciones aún no han hecho el paso cuando la gente ya empieza a caminar rápido.
DAR es ser generoso, DAR es amor, DAR es sostenibilidad. Si una nueva alternativa o método es sostenible, entonces es DAR a la Naturaleza lo que le pertenece, de la forma que la Naturaleza prefiere, de la forma que la Naturaleza pretende. Tenemos que entender que no todas las opciones etiquetadas como sostenibles y ecológicas son realmente sostenibles para la Naturaleza en todos los aspectos.
Una verdadera opción sostenible será la que facilite (y demuestre) la formación de suelo fértil tras el enterramiento. Dicho esto, no se trata de eliminar el cuerpo del difunto, escondiéndolo y dejando que contamine, sino todo lo contrario; el cuerpo debe incorporarse al ciclo orgánico de la vida de la forma adecuada -entonces aportará nutrientes al suelo, secuestrará carbono en el suelo, donde debe estar, en lugar de en el aire como CO2, y por tanto no contaminará. La única manera de conseguirlo es escuchar y aprender de la Naturaleza y sus principios biológicos. Este debería ser el punto de partida de cualquier alternativa que se promueva como sostenible.