promessa

 

Durante 20 años, Susanne Wiigh-Mäsak fue madurando la idea de cómo crear un funeral ecológico. Finalmente, todas las preguntas formuladas, respecto a temas ecológicos, ambientales y éticos, empezaron a tener respuesta. En la mayoría de los casos,  las respuestas eran proporcionadas por los hechos biológicos y el pensamiento ético, independientemente del número de preguntas formuladas.

susane

 

“Hay muchos casos en que los seres humanos no quieren aceptar las reglas dadas. El hecho de que nuestro tiempo en la tierra es limitado, es una de ellas. Para sentirnos seguros, es agradable de ver la vida como una realidad ilimitada y vivir como tal. Pero imaginemos  por un momento de que la vida es realmente así, que somos una parte de todo lo que vive y el único límite es el tiempo que vivimos en nuestro cuerpo. ¿Qué ocurre después de que nuestros días han llegado a su fin?.
Por lo que a nuestra alma se refiere, no es probable que haya tantas opciones como puntos de vista de personas. En lo profundo de nuestro ser, todos y cada uno de nosotros probablemente tiene sus propias ideas. Muchas de las ideas y reflexiones que habitan en nuestro fuero interno son, sin embargo, los pensamientos acerca de que hay algún tipo de continuación de la vida. No podemos decir, que haya una respuesta correcta o incorrecto en referencia a este tema. Es importante que cada individuo se le permita tener su fe, ya que nadie tiene acceso a las respuestas.

 

Por otro lado, sabemos lo que le sucede a un cuerpo que ya no está vivo. Aquí si que tenemos respuestas. Pero a pesar de que lo sabemos, no queremos aceptas las reglas dadas, y en su lugar hemos ideado unas rutinas anti biológicas con respecto a lo que será nuestra última morada. Esto no es una sorpresa, si tenemos en cuenta el hecho de que las normas y tradiciones que seguimos actualmente en los entierros, fueron creado en el siglo XII, y no han cambiado mucho desde entonces.

 

Sin embargo, durante los últimos 900 años, los seres humanos han adquirido conocimientos que deben de ponerse en práctica.  Una de las cosas no conocidas en el siglo XII, era el oxígeno. Hoy sabemos que si algo se descompone, requiere de oxígeno para convertirse en abono. Sin embargo, todavía continuamos enterrando a nuestros muertos, a una profundidad donde el oxígeno está ausente y sin tener en cuenta la relación entre el conocimiento y la tradición; y es por ello que el cadáver entra en un proceso de putrefacción.  Siempre se ha hecho así. La cremación era una nueva manera de pensar en el siglo XIX, que emerge de la urbanización precipitada y de la necesidad de higiene de estas ciudades o urbes en rápido crecimiento. Pero desde un punto de vista biológico;  no es ni ecológicamente correcto ni tampoco esta libre de daños para el medio ambiente.

 

Mi idea es combinar el conocimiento biológico con una forma digna y éticamente correcta de ser recordado por los familiares más próximos. Los principios fundamentales son la preservación después de la muerte;  en forma orgánica y ser enterrado a poca profundidad del suelo; para que rápidamente se convierta en substrato. Soy consciente del hecho de que esta forma de pensar es contraria a muchas costumbres. Sin embargo, debemos de tratar de adoptar un enfoque más natural para nuestra vida y nuestra muerte.  Las tradiciones funerarias de hoy ocultan la realidad a la gente y no permiten que se sientan seguros ante el hecho de que la muerte es esencial para que halla nueva vida. Una visión más profunda del ciclo ecológico proporciona una mayor comprensión y respeto de la vida en la tierra.  Mi esperanza es que la gente encontrará más seguridad en su destino físico y consecuentemente dar a nuestra mente una mayor libertad para reflexionar sobre los temas espirituales; al tener el conocimiento de los que sucede al cuerpo después de la muerte.

 

Susanne Wiigh-Masak

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